¡ Y UNA POLLA EN VINAGRE !

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Perdonen mis amigos por iniciar este artículo con tan malsonante expresión, pero estoy seguro que atraparía más su atención, y así compartir el conocimiento que me dá mi entorno natural.

Tengo una costilla de Adán (Monstera deliciosa), una planta tropical originaria de sudamérica central (Desde México a Panamá), de unos 5 años de edad. Ya me dio su primer fruto el año pasado. Este año entre diciembre y finales de este febrero me ha dado el segundo. Sus frutos son fálicos, tiesos y grandullones, esto hace que se les llame en el argot popular de mi medio como pollas, “¿Tu entiendes?” …jejeje. La planta no da pollas, o da pollas chicas y raquíticas, si la planta no se la dispone de un buen riego y adecuado abono. Aquí, como en todo, el tamaño importa, no es lo mismo una buena polla que una pollita. Los que entienden, dicen que aunque las más gozosas son las pollas grandes, resultan más placentas las pequeñitas.

La planta comenzó echándome un apéndice carnoso de color blanco cremoso, con diminutas flores en él y, todo ello envuelto por una hoja blanca en forma de barco (se parece a una cala gigante). Esta prolongación central tarda en madurar un año, creciendo e hinchándose en forma de fruta aromática similar a una mazorca verde y alargada de maíz. En este estadio, aún verde el fruto, la cáscara puede resultar irritante, por su contenido en ácido oxálico.

Cuando el fruto va madurando, va desprendiendo progresivamente (de abajo hacia arriba) su cascara. Una vez madura, se puede conservar en frigorífico envuelta en papel de cocina humedecido hasta terminar de madurar. Cada polla tiene dentro granos parecidos a los de maíz que están sujetos a una especie de palito como el de las mazorcas. Estas pollas no se pueden comer “a bocados”, pues tienen espículas en el vástago central… Cuando el fruto se despega, se encuentra apto para comerlo crudo o conservarlo en vinagre (pollas en vinagre).

Ahí les muestro todo el proceso de crecimiento, maduración y consumo, incluido su acompañamiento con una copita de pajarete. Para los más finos de paladar sugiero el “MR” de Telmo Rodríguez. El sabor de estos frutos recuerda al plátano, la piña y la chirimoya y es tan relamido que resulta un poco cansado.

Probado el fruto, intuyo que su variedad en vinagre, no me gustaría. En la finca de Los Parrales (Lanjarón), Antonio Valdés Lozano, más conocido por ‘Sartenillas’ cultiva pollas comestibles encurtidas en vinagre. Recolecta más de 150 pollas para su familia y amigos. He intentado contactar con él, pero ha sido infructuoso, no sé dónde se habrá metido.

Si hubiera conocido antes esta fruta, se la hubiera regalado a un viejo amigo, descarado y picarón. Hubiera sido la guinda para terminar su cena erótica. Me contaba él que cuando empezaron a emerger los restaurantes eróticos, hace unos 25 años, queriendo tener una noche romántica con quién acababa de conocer, y con la que deseaba mantener una relación de futuro. Llevó a cenar a su pareja a un restaurante afrodisiaco que ofertaba precios de película, y finales orgásmicos. Le hicieron rebaja por ir con su acompañante. La carta disponía de dos menús según se tuviera hambre o apetito. “Lujuria desenfrenada” o “Danza de amor”. Él, por no complicarse eligió el primero.

Como aperitivos y mientras estaban aún en la barra: Unas aceitunitas Sarasa (de la Casa Carmen Sarasa, de Andosilla Navarra), Potorro (conservas con mucha sal) y unos espárragos cojonudos.

Continuaron en la mesa con: Huevos de codorniz con txistorra y “El salto del tigre”, un bocado a base de mejillón, bechamel y pisto. Como acompañamiento, un espumoso llamado “follador”. Este vino, ya lo conoció mi amigo durante un crucero. Lo ponían a todas horas como la mejor forma de conocer a gente.

Aquello se estaba poniendo caliente, y sentados en la mesa le pusieron para compartir: Misterio de Amor (Una ensalada con hojitas de recula, tomatitos cherry, piñones, daditos de gruyere y bolitas de mozzarella). No les entretengo con el entorno ambiental del restaurant. Continuaron con “PenneRigateBlanche” para ella (Unos macarrones excelentes de la marca Barilla) y “Chochitos Ricos” para mi amigo. (Pastas de mantequilla y frutas del bosque fabricadas por la empresa cántabra La Flor de Liébana). Mi amigo, creo se quedó con hambre.

Como digestivos y regalos de la casa: Aguardiente de “orujo hijoputa” y “Pacharán que ten por el culo”.

Si amigos, si, yo me quede tan sorprendido con todo aquello, como vosotros podéis estar ahora. Pero comprueben la veracidad y la existencia de cada uno de los artículos gastronómicos que traje en este artículo.

Con tanta comida pija como comio mi amigo, mi fruta hubiera sido toda una delicatessen… tan solo les hubiera faltado montar en globo y comer pollas en vinagre.

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