El senderismo es una forma de conocer el medio natural del entorno en el que habitas, su paisaje y sus paisanos. Conocer su cultura y contrastarla con lo que su gente dice y hace. Es una de las mejores formas de hacer ejercicio, pero también, es útil a quienes no saben escuchar, pues predispone al senderista a respectar la forma de ser, de estar y de opinar de quien te acompaña y te encuentras.
Mientras se realiza, es habitual la conversación con quienes conocen la ruta y nos ilustran con anécdotas de tiempos pretéritos sobre el lugar por el que pasamos. Nos movernos, pero a la vez nos abrimos de forma amigable con el paisanaje, esperando recibir algo nuevo y aprenderlo.
Yo practique en mis años verdes el excursionismo, que es un precursor del senderismo. Lo hacía sin matarme, aunque por terrenos sin balizas y a salto de mata. Nos avituallábamos los días previos para cocinar una gran paella de mar y montaña.
Dado mi edad y circunstancias me he refugiado en el más seguro senderismo, pues las paradas son frecuentes y existen numerosas estaciones donde aliviar la sed del senderista sin cantimplora. Lo importante es la RUTA, su contemplación y apreciar sus matices. Disfrutar del sendero y todo lo que nos ofrezca es la máxima de quienes lo hacemos.
No te animas. Jaja, anda, anímate chocho.