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La prevalencia estimada de OP en el mundo es de 75 millones de personas afectadas. En España hay 2 millones de mujeres y 750.000 varones. La probabilidad de que una mujer mayor de 50 años padezca de fractura de cadera en su vida es de un 14%-17%. En el varón esta probabilidad es de un 6%, pero este riesgo se incrementa en la artritis reumatoide. Solo un 50 % de los enfermos con fractura de cadera reanudan una vida normal similar a la previa y más de una tercera parte sufren una incapacidad seria (la mayoría de los cuales no vuelven a caminar). La mortalidad después de una fractura de cadera en la fase aguda oscila entre el 3% y el 12%. La mortalidad es mayor en los varones. Los huesos son elementos vivos y en continua renovación. A pesar de su aspecto rígido y duro, los huesos son una parte de nuestro organismo tan viva como las demás y se renuevan constantemente. Este proceso se llama remodelación ósea. Unas células llamadas osteoclastos son las encargadas de eliminar las partes del hueso más viejas para que puedan ser sustituidas por otras nuevas. Las células encargadas de la formación de nuevo hueso son los osteoblastos. Para mantener que el hueso sea sano, debe existir un equilibrio entre la acción de los osteoclastos y los osteoblastos, al objeto de que se compensen las pérdidas con la formación. Tanto el proceso de remodelado óseo como la absorción y disponibilidad de calcio que ingerimos están regulados por una serie de mecanismos hormonales. El ritmo de remodelado óseo cambia a lo largo de la vida. Al principio predomina la formación de hueso para facilitar el crecimiento y en la edad adulta se alcanza un equilibrio entre el proceso de construcción y destrucción. La OP ocurre cuando la resorción o destrucción ósea excede a la formación del hueso. Las pérdidas que acontecen en la microarquitectura del hueso le predisponen para el padecimiento de fractras.
Osteoporosis premenopáusica: Es poco frecuente (<25% de los casos). Esta forma afecta a niños antes de la pubertad y a adultos jóvenes y cursa con síntomas (fracturas y dolor óseo). Osteoporosis Tipo I o postmenopausica, es la forma más frecuente de OP. Se relaciona con la pérdida de estrógenos que tiene lugar con la menopausia en la mujer. En este tipo de osteoporosis las fracturas más frecuentes son las vertebrales y las de muñeca. Es una osteoporosis de alto remodelamiento, y por tanto los fármacos más indicados en su tratamiento son los antiresortivos. Osteoporosis Tipo II o senil, pues aparece en mayores de 70 años y afecta a mujeres, pero también a varones (relación 2:1). En este tipo de osteoporosis es más frecuente la fractura de cadera. Los fármacos más indicados en su tratamiento son los anabólicos, calcio y vitamina D. Parece que la osteoporosis tipo I y II del varón, al igual que en las mujeres, también está relacionada con la disminución de estrógenos; en efecto, la testosterona es la responsable del mayor crecimiento y en la adquisición de la masa ósea en la juventud y que los estrógenos tienen un papel significativo en el mantenimiento de la masa o densidad ósea en la edad adulta. Osteoporosis Secundaria: Es la que ocurre como respuesta o en asociación con otras enfermedades, procedimientos quirúrgicos o medicaciones que causan pérdida ósea acelerada. Las causas más frecuentes se exponen en la Tabla I.
La Densitometría ósea es la prueba estandariza y validada internacionalmente para el diagnóstico de OP. La densidad mineral ósea se valora con aparatos de absorciometría fotónica dual de rayos X (DEXA, por sus siglas en inglés). Esta prueba mide la desmineralización de los huesos. Se puede determinar a nivel de la muñeca, raquis lumbar (desde L2 a L4; salvo fractura y/o cambios degenerativos severos) y femoral. Para el diagnóstico se utiliza el valor más bajo de alguna de estas localizaciones. La definición de Osteoporosis y de osteopenia se basa en el T-score.
En función del resultado obtenido podemos saber el riesgo de fractura que tiene usted. Esta prueba también nos sirve para valorar los aumentos o empeoramientos que ha tenido usted después de haberse instaurado el tratamiento. La DEXA se debe llevar a cabo en todas las mujeres postmenopáusicas con fracturas, en todas las mujeres menores de 65 años con un factor de riesgo adicional (por ejemplo artritis reumatoide) y todas las mujeres mayores de 65 años. Esta técnica no debe repetirse antes del año, a menos que usted este tomando corticoides. Lo habitual es realizar un seguimiento cada 1-2 años en centros validados. La radiología convencional de columna o de cadera puede mostrar fractura o colapso vertebral en casos graves, sin embargo, esta prueba no sirve para el seguimiento ni, el diagnóstico precoz de la enfermedad. Igualmente la radiografía no nos informa cuantitativamente de la cantidad de hueso que usted tiene. Por ello, no es recomendable iniciar un tratamiento para la OP basándose tan solo en una radiografía. De la misma manera, que a nadie se le ocurre iniciar un tratamiento para bajar el colesterol, sin haberse realizado previamente una analítica de sangre determinando este parámetro. La medición de la cantidad de calcio en la orina puede brindar alguna evidencia del trastorno óseo, pero su valor se limita a valorar la cantidad de calcio que usted elimina por la orina. Existen igualmente pruebas analíticas en sangre y orina para evaluar el grado de recambio metabólico en el hueso (marcadores del remodelado oseo). Estas pruebas incluyen la valoración en sangre de la fosfatasa alcalina, osteocalcina y Piridinolina-Desoxipiridinolina y ß-Crosslaps (ß-CTX) , que en el momento actual solo sirven para valorar la rapidez con que usted pierde hueso e indirectamente el tipo de tratamiento más apropiado.
Las fracturas vertebrales, se producen durante actividades de la vida diaria (cargar, recoger algo del suelo, tender la ropa). El dolor dura semanas y posteriormente es reemplazado por molestias crónicas. La presencia de una fractura se considera diagnóstica de OP, independientemente del valor de la DMO. Su presencia constituye en sí un riesgo de nuevas fracturas (x 5 las vertebrales y x 3 las de cadera). La fractura de cadera es más invalidante y grave y se sigue de una alta mortalidad. Al año después de haber tenido una fractura de cadera, el 59% de las personas tienen un importante deterioro functional. El 60% usa ayudas para deambulación. Un 29% queda confinado en cama o en silla de ruedas. Un 13% requieren fármacos para el dolor. Pero, lo que es peor, el 30% fallecen durante en los 3 primeros meses después de la fractura.
En la tabla 2, se exponen los factores de riesgo más importantes
En estudios prospectivos donde se valoran estos factores, parecen indicar que la enfermedad per se podría tener una acción osteopenizante, pues los factores que más se relacionaron con la presencia de OP, definida densitométricamente, fue la actividad inflamatoria de la enfermedad. No obstante, es necesario tener en cuenta otros factores que contribuye en la aparición de la OP en la AR, como los fármacos que deben utilizarse para el control de la enfermedad (esteroides) y la inmovilidad que genera la enfermedad. Por ello, en los pacientes con AR será necesario prevenir la enfermedad mediante la dieta, una exposición solar juiciosa, la ingesta de calcio y vitamina D, el tratamiento específico para el control de la enfermedad y los fármacos específicos
De todos los factores de riesgo que hemos visto anteriormente, algunos de ellos no podremos evitarlos (ser mujer, ser blanca, o tener antecedentes de familiares de OP), sin embargo, muchos de ellos pueden ser evitados:
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