Sí además éste sabe de Medicina y es “buena persona”.
El hecho de que haya buenos médicos, que pasan consulta, sin uniforme, en ropa de calle y con vaqueros, confirma la hipótesis de que “el hábito no hace al monje”. La función de la bata es profiláctica e higiénica exclusivamente, por lo que en el momento actual, en muchas especialidades, no sería tan necesaria. No obstante, la bata anuncia al paciente, que está delante de un médico. “Sin bata”, se pierde ese formalismo y seriedad que debe darse a un acto, en el que el paciente va a confiar su salud.
Para ser médico se requiere además de la bata, de conocimientos y de los atributos habituales de lo que se conoce como “buena persona”.
El acto médico obliga al profesional a poner sus conocimientos y habilidades al servicio de la persona enferma. Creo que para llegar a ser un buen médico se precisan de horas semanales de formación continuada que te permita disponer de la mejor evidencia disponible y el tratamiento más adecuado para el paciente. Lo contrario es descuidarse o abandonarse.
Además de la bata y el conocimiento, es recomendable disponer de una aptitud acorde al servicio que se va a prestar. No vendrían nada mal virtudes como: La honestidad intelectual, la responsabilidad, la generosidad, la humildad, la cordialidad, la comprensión y la prudencia. La mayoría de los médicos tan solo cuentan de forma innata con alguna de estas cualidades personales. Lamentablemente no todos somos ungidos por el Espíritu Santo. Para quienes no estamos dotados genéticamente de las mismas, se requiere esfuerzo y voluntad para adquirirlas, pero con ellas se ejerce la profesión plenamente, mejorando como personas y como médico.
¿Se puede ser médico, sin ser buena persona? Hay quienes piensan que no es condición sine qua non, puesto que es posible dar aquello de lo que personalmente se carece. Se puede dar felicidad, siendo personalmente infeliz, pero no es posible o resultaría tremendamente difícil, hacerlo permanentemente, sin esfuerzo, sin creer en lo que se hace.
Se precisa tener una mínima cantidad del bien (innato o adquirido) que se va a brindar (comprensión, conocimiento, empatía, etc.). Para comprender y consolar al paciente, el médico debe ser comprensivo y compasivo. En Medicina, se orienta al alumno hacía conocimientos técnicos, pero no se educa en el carácter para llegar a ser un buen médico, olvidando el verdadero objetivo de la profesión: Atender de forma excelente las necesidades y requerimientos de la persona enferma. No se trata de cumplir laboralmente, ni de ser meramente un buen profesional, sino de atender de forma excelente a la persona enferma.
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