LA EMPATIA CLINICA y la que cada uno de nosotros practicamos.
La empatía es la habilidad intelectual y emocional que nos permite ponernos en la situación de otro y comprender sus sentimientos. Estar en la misma sintonía, en el mismo canal, en la misma onda. Ponerla en práctica conlleva la escucha atenta de nuestro interlocutor, responder con sentimientos acordes al momento, considerar los puntos de vistas del otro, comprender sus circunstancias, y de esta forma solucionar conflictos de forma pacífica. Algunas personas, están adornadas de forma innata o natural con ella. Pero, la empatía puede mejorarse si la practicamos.
Una de las formas de entrenarse en ella, es a través de la capacidad de escuchar a los demás, escuchando no solo su mensaje literal, sino lo que el otro nos quiere decir. Se trata de practicar unos 10 minutos, al menos una vez a la semana, escuchando a otra persona atentamente, con postura relajada y neutra, en un lugar tranquilo (en el interior o al aire libre mientras se pasea). Sinceramente, con atención y respeto. Escuchándole, sin juzgar, sin interrumpirle, sin dar nuestra opinión, sin criticar, sin juzgar por dentro mientras habla, De esta forma, la otra persona se encuentra respetada, y a nosotros nos mejora la relación con los demás.
La empatía como aptitud debería ser un posicionamiento ante la vida y un imperativo moral, ya que muchas personas que nos rodean precisan de una mínima dosis de esperanza para poder empezar el día. La vida es difícil para mucha gente. No todo el mundo se encuentra realizado con lo que hace, ni sabe lo que es estar en equilibrio con su entorno biopsicosocial.
En estudios clinimétricos que evalúan la capacidad de empatía de los estudiantes de Medicina, se concluye que no existen diferencias con respecto a los estudiantes de otras carreras profesionales. Por ello, la empatía debe mejorarse en el clínico, y el médico ser un optimista ambicioso en mejorarse como persona.
La empatía es una destreza en alza en el mundo de la Medicina. La satisfacción del paciente se ha vuelto cada vez más importante para las organizaciones sanitarias. Ya no es un adorno o un complemento que tienen algunos médicos de forma natural, sino que cada vez más, se va a demandar más como una competencia esencial en su formación.
La empatía debe formar parte fundamental del mismo acto terapéutico, de esta forma el paciente se sienta valorado y respetado. El paciente no solo espera a que hagamos un diagnóstico correcto, que atinemos en el tratamiento, sino que además, espera que lo entendamos, que nos pongamos en su piel y se calcemos sus zapatos. Los médicos empáticos son mejor calificados en las encuestas de satisfacción por sus paciente y, esta relación con el paciente les lleva a unos mejores resultados clínicos.
Hace años, hice varios cursos de empatía, sentimientos, e inteligencia emocional. No son habituales en la formación científica de un médico. Con ellos, me plantee algunas preguntas: ¿Sí estuviera más atento a como escuchan, ven y sienten mis pacientes, ¿Los trataría de forma diferente?. ¿Cómo podría mejorar mi relación con el alto porcentaje de pacientes “difíciles” que tengo?. Para médicos interesados, la universidad de Cleveland, imparte cursos de empatía para mejorar esta cualidad en médicos (http://empathetics.com/).
El éxito de una buena consulta médica, No es que esté situada en un lugar céntrico, distribuida arquitectónicamente en salas de exploración, técnicas diagnósticas y de tratamientos, sino que centre su labor asistencial en torno al paciente, mostrando con él empatía. Bajo esta infraestructura, el paciente cuenta a sus anchas y sin complejos, lo que le preocupa. Este tipo de relación mejora los aciertos diagnósticos y terapéuticos. Se crea una mayor conexión humana. Cuando nos relacionamos con el paciente, comprendiendo su pasado, sus circunstancias y su presente, estamos edificando al paciente, pero también nos mejoramos como clínicos y como personas, en la manera en que vivimos, y en la forma en que cuidamos el uno del otro.
Para vuestra reflexión, os dejo el vídeo: Mirando la vida desde otros corazones, que nos da a conocer las circunstancias de personas que coinciden un momento en un hospital.
Desde un punto de vista médico, la relación con cualquier usuario de salud es siempre un desafío para el clínico. Hay pacientes “difíciles” (agresivos, exigentes, malintencionados, demandantes e insolentes) cuando van al médico. Con ellos, la relación se torna complicada, y lo que es peor, puede conllevar errores en el diagnóstico. En estos casos, se entorpece el razonamiento médico, pues se emplean parte de los recursos mentales en lidiar con el reto emocional que les plantean estos enfermos, en vez de centrarse en procesar los hallazgos clínicos para llegar al diagnóstico.
En ocasiones las patologías a las que me dedico, han hecho encontrarme con pacientes “difíciles”, en estos casos es mejor decirse: ”…Aunque parezcamos distintos, nuestros corazones tienen sueños parecidos”. Pues detrás de un paciente “difícil”, lo que hay es un médico falto de empatía, que no logra variar su comportamiento para estar en conexión.