Nuevos tratamientos y recomendaciones para curar la gota
Se ha producido un aumento en la incidencia y la prevalencia de la gota con respecto a décadas pasadas y sin embargo, los avances terapéuticos en el último lustro han sido pocos. La gota puede curarse en el 90% de los casos siempre que nos marquemos reducir las cifras de úrico por debajo de 6 mg/dl y lo hagamos de forma prolongada. La piedra angular del tratamiento para la mayoría de pacientes son alopurinol y benzbromarona.
Recientemente se han desarrollo nuevas opciones terapéuticas para pacientes con intolerancia a o refractariedad a los productos que hoy tenemos disponibles. Febuxostat y pegloticase pueden ayudar a optimizar la uricemia en aquellos pacientes con gota más grave o severa. Otros agentes, como losartán y fenofibrato puede ser útiles como fármacos adyuvantes.
La gota es una enfermedad producida por la formación de cristales de urato monosódico monohidratado en el interior de las articulaciones, hueso, partes blandas (tofos) y riñón. Esta dolencia provoca dolor, inflamación y deformidad de las articulaciones. Pero también, los pacientes con gota tienen una mayor probabilidad de padecer de infarto de miocardio, y este riesgo es mayor a medida que las cifras de acido úrico son más elevadas y la enfermedad está mal controlada.
El principal factor del éxito terapéutico no está en la elección de uno u otro antinflamatorio sino en la precocidad del mismo y en la dosis adecuada capaz de recudir de forma prolongada la uricemia en cifras menores de 6 mg/dl.
El tratamiento de los ataques agudos de gota no es suficiente para prevenir la progresión de la enfermedad. La prevención de nuevos ataques se consigue con la disminución de las cifras de úrico plasmático hasta concentraciones más bajas de su umbral de saturación. Las opciones disponibles para el tratamiento de la gota aguda son los antinflamatorios, colchicina, corticosteroides, la hormona adrenocorticotrópica (ACTH) y los corticoides intraarticulares. La mayoría de los pacientes con gota controlan su enfermedad con los fármacos disponibles: alopurinol y benzbromarona (este último tan solo puede ser prescrito por reumatólogos y nefrólogos).
La enfermedad puede ser curada en el 90% con un tratamiento adecuado, siempre que nos marquemos como objetivo reducir adecuadamente (uricemia por debajo de 6 mg/dl) y de forma prolongada las cifras de úrico en sangre. El tratamiento parece fácil, pero no se lleva a cabo correctamente por el desconocimiento, falta de interés y la banalización que se suele hacer de esta enfermedad.
Actualmente se han desarrollado nuevos medicamentos para reducir la uricemia: Febuxostat (Adenuric®) es un fármaco aprobado por Agencia Europea del Medicamento (E.M.A) desde marzo del 2008 pero aún no disponible en el mercado español. Se trata de un inhibidor selectivo de las dos isoformas de la enzima xantino-oxidasa. Febuxostat ha resultado más eficaz en la reducción del ácido úrico que Alopurinol a dosis de 300 mg/d. Su indicación es la hiperuricemia crónica con depósitos de urato (tofos y/o artritis). Entre sus características destacan: La potencia de su efecto hipouricemiante. Una farmacocinética es lineal, es decir, a mayor dosis, mayor efecto terapéutico. La dosis no precisa ser ajustada en pacientes con insuficiencia renal o hepática moderada, y unos escasos efectos adversos. De ellos los más comunes: elevación de transaminasas, diarrea, cefalea, náuseas y erupciones cutáneas. La dosis recomendada es de 80 y 120 mg/día.
Otro fármaco es la pegloticasa, registrada en Estados Unidos y con estudios en fase III. Se administra intravenosamente unida a moléculas de polietilenglicol. Una uricasa recombinante que en los ensayos se ha mostrado eficaz y de una acción rápida (6 horas) en el tratamiento de pacientes más graves. Por ello y porque se administra por infusión endovenosa, parece que será de uso hospitalario. La dosis efectiva es de 8 mg/ cada dos semanas. Su eficacia y seguridad depende de la producción de anticuerpos frente a polietilenglicol.
Solo entre el 30% y el 50% de los afectados por gota recibe regularmente tratamiento para reducir el urato en sangre. Y menos de la mitad de ellos controla los niveles de este componente por debajo de las cifras óptimas. A pesar de ser una de las pocas enfermedades reumatológicas que se puede curar, todavía no hay percepción por parte del paciente y de algunos médicos.
La curación de la gota se sustenta en la consecución de niveles de uricemia en sangre bajos y de forma mantenida, lo cual implica que el tratamiento debe prescribirse, cumplimentarse y monitorizarse de forma estricta durante años. Al inicio de la terapia pueden producirse ataques agudos en aproximadamente el 30% de los pacientes hasta el primer año y en menos del 5% el segundo año, y su frecuencia se reduce mediante una dosificación lentamente progresiva, junto con medicamentos para la prevención.
Fecha del artículo : 06/08/2009
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Fecha última revisión: 20/05/2011
Revisado por: Dr. Ponce
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